Danza antes que nada y sobre todo
El mismo Vidart, a pesar de no establecer diferencias entre el surgimiento del baile y de la letra, sostiene que "el tango es una danza antes que nada y sobre todo" ,y reconoce que "después se hizo camino para el canto, pero nadie puede bailar lo que canta Gardel; al Mago hay que escucharlo con el mentón en el puño, viendo llover despacio en las calles de la ciudad y de la nostalgia".
Para este autor el tango nació como un baile popular, y antes de que cristalizaran "sus características sonoras en el machacón dos por cuatro, ya existían en el Río de la Plata, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, los personajes y los escenarios desde donde partió a la conquista del mundo". Apareció la danza - afìrma Vidart- sin otras connotaciones que las de la danza misma, al margen del lupanar que luego lo prohijaría gozosamente. "Las academias montevideanas y las casas de baile corraleras porteñas -escribe- el prestigioso investigador- son los primeros alambiques donde se destila su coreografía. En Montevideo, las orquestas, puro ritmo visceral, no tenían acordeón; en los peringundines porteños herederos de las casas de baile, la inmigración italiana impuso los organitos y los acordeones, y con ellos el tango empezó a llorar, a prepararle el camino a las letras lacrimosas, a las elegías con cornudos y minas espiantadas."
Esquemática pero acertadamente Vidart describe ese itinerario del tango-baile: "Cuartos cuarteleros, cafetines danzantes portuarios, academias o peringundines, teatro rioplatense, lupanar, patio de conventillo proletario, cabaret; éstos son los sucesivos escenarios del tango. Después es piedra libre y se lanza a la conquista del mundo saltando desde las márgenes del Plata al trampolín de París".
CONTINUARÁ.
El mismo Vidart, a pesar de no establecer diferencias entre el surgimiento del baile y de la letra, sostiene que "el tango es una danza antes que nada y sobre todo" ,y reconoce que "después se hizo camino para el canto, pero nadie puede bailar lo que canta Gardel; al Mago hay que escucharlo con el mentón en el puño, viendo llover despacio en las calles de la ciudad y de la nostalgia".
Para este autor el tango nació como un baile popular, y antes de que cristalizaran "sus características sonoras en el machacón dos por cuatro, ya existían en el Río de la Plata, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, los personajes y los escenarios desde donde partió a la conquista del mundo". Apareció la danza - afìrma Vidart- sin otras connotaciones que las de la danza misma, al margen del lupanar que luego lo prohijaría gozosamente. "Las academias montevideanas y las casas de baile corraleras porteñas -escribe- el prestigioso investigador- son los primeros alambiques donde se destila su coreografía. En Montevideo, las orquestas, puro ritmo visceral, no tenían acordeón; en los peringundines porteños herederos de las casas de baile, la inmigración italiana impuso los organitos y los acordeones, y con ellos el tango empezó a llorar, a prepararle el camino a las letras lacrimosas, a las elegías con cornudos y minas espiantadas."
Esquemática pero acertadamente Vidart describe ese itinerario del tango-baile: "Cuartos cuarteleros, cafetines danzantes portuarios, academias o peringundines, teatro rioplatense, lupanar, patio de conventillo proletario, cabaret; éstos son los sucesivos escenarios del tango. Después es piedra libre y se lanza a la conquista del mundo saltando desde las márgenes del Plata al trampolín de París".
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